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jueves, 21 de mayo de 2009



Sofía


Día a día navegaba sin rumbo por el mar en la espera de que una gran ola diera vuelta aquella vieja embarcación que lo había acompañado toda su vida. De que servia vivir si el amor de su vida había muerto tras caer del bote el día en que ambos habían jurado amarse eternamente. Nadie entendía lo doloroso que era para el que su segundo gran amor se hubiese llevado a su amada.
Dicen que el mar no acepta traiciones, quizás estaba enojado debido a que este se retiraría de la pesca ya que su amada no confiaba en el mar.
Diariamente tomaba su red de pesca y caminaba hacia el puerto, saludaba a la gente de la cual alguna vez había sido amigo, todos creían que ya daba por superada la muerte de Sofía y que continuaba con su vida. Estaban todos equivocados, el solitario pescador subía a su bote y navegaba mar adentro esperando que el mar tomara venganza, ese día se veía lejano, pero miguel no perdía la esperanza en que llegara.
Otro día mas en la vida de este desdichado pescador, el día estaba nublado y hacia mucho frío, el clima era muy parecido al de aquel día en que Sofía había muerto, aquel día en que su cuerpo fue llevado por el mar, aquel día en que este pescador vio por ultima vez esos hermosos ojos verdes que tras un día de pesca lo alentaban a volver a casa, esos labios, esas manos.
La tristeza se había apoderado nuevamente de miguel por lo que rápidamente tomo la red de pescar, cortándose la mano pero esto pareció no importarle y continúo con su rutina. Subió al bote, y comenzó al igual que todos los días a navegar mar adentro, el día minuto a minuto se volvía mas frío, al iniciar su travesía Miguel pensaba que saldría el sol pero esto no sucedió. Miguel una vez mar adentro se recostó en el bote y lentamente el movimiento de este con las olas permitió que luego de mucho tiempo pudiese dormir. Nada lo molestaba, la tristeza e ira que siempre sentía había desaparecido, todo estaba muy calmado, el silencio reinaba.
Tanta paz no era normal pensó miguel dentro de su sueño, el frío parecía incomodarlo y lo hacia perder la respiración. Miguel despertó rápidamente y se vio en las profundidades del mar, el peso de la ropa no le permitía nadar hacia la superficie, había llegado el día, su enemigo tomaba venganza y lo llevaba hacia lo mas profundo de este, a medida que se hundía vio a lo lejos la figura de una mujer, le pidió socorro pero esta no se movía, miguel se hundía y en un momento la mujer de esbelta figura, que traía consigo un hermoso vestido largo y blanco se volteo, miguel al percatarse de esto trato de pedirle ayuda pero solo vio unos hermosos ojos verdes, la mujer comenzó a acercarse a este y una vez frente a el tomo su mano lo despojo de sus ropas aligerando su peso y lo guío a la superficie. Se veían los rayos del sol, faltaba muy poco para que lograran escapar de los dominios del mar cuando la mujer miro a miguel y le pidió que abriera los ojos, este los mantenía cerrados ya que la sal del agua durante el tiempo que llevaba bajo esta había comenzado a afectar sus ojos, miguel asintió con la cabeza y lentamente los abrió , ahora no solo veía los ojos verdes sino que veía a Sofía, miguel no creía lo que sus ojos le mostraban, no reaccionaba, Sofía se acerco a su oído y le susurro:
“Te he visto diariamente desde mi muerte navegar sin rumbo en busca de un destino el cual no es para ti, he luchado contra las fuerzas del mar para protegerte, y hoy te tengo aquí, te libero de toda culpa ya que tu no eres responsable de mi muerte, mi amor es eterno así como te lo prometí antes de mi muerte, te pedí dejar la pesca, alejarte de tu mundo y fue mi mayor error, hoy te pido que vivas y que sigas con tu vida, yo te protegeré y nuestro amor perdurara en el tiempo, se feliz mi amor, vive y olvida mis palabras…”.
Miguel cierra los ojos e inconciente es llevado por Sofía a la superficie, aun no reacciona, Sofía besa su boca y vuelve a las profundidades.

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